Problemas de inseguridad [HILO]
1. Mi mejor amigo me robó el amor de mi vida. Recuerdo la noche en que los descubrí apretados contra la pared de la entrada del edificio y una sensación espantosa me recorre el cuerpo. Es la primera -y última- vez que voy a contar esto.
2. Quiero pedirles que no juzguen al Negro por lo que van a escuchar a continuación. Yo también asumo mi grado de responsabilidad en este lío. Con el tiempo supimos enaltecer la amistad por sobre una mujer. Sólo prometimos una cosa: no hablar de la noche del 5 de agosto de 2016.
3. A Jazmín la conocí en primer año de la facultad. Su estampa detentaba la hostil indiferencia de la gente que se sabe linda. Cursábamos en el salón 104. Llegaba apurada y se sentaba siempre en el mismo banco maltrecho y garabateado de la primera fila. Yo, bicho, me sentaba atrás.
4. Si les digo que pegamos onda rápidamente les estaría mintiendo. Ella no detenía la vista en ningún individuo ajeno a la docencia. Tomaba apuntes concentrada. Cuando terminaba la clase abandonaba el salón velozmente bajo asquerosas miradas de ingresantes en celo.
5. Yo me mantenía estoico, paciente. Sabía que alguna chance iba a tener. Era ese 9 de área que no tocó la pelota en 80 minutos pero igual se mantiene alerta y optimista. Mi chance llegó sobre la hora. En la última clase el profesor dispuso que el trabajo final se haría en pareja.
6. El senil profesor informó que se trabajaría con el compañero del banco de atrás. Jazmín se dio vuelta para descubrirme. Justo en ese momento yo me estaba rascando el interior de la oreja con una birome. Intenté disimular esbozando una sonrisa espantosa. No fue un buen comienzo.
7. El tiempo invertido en aquella asignación nos hizo inseparables. Cursamos segundo y tercer año juntos. Estudiábamos todas las materias a la par. Pero nuestra amistad era lastimosamente unilateral. Yo estaba perdidamente enamorado de Jazmín.
8. Cuando me contaba de algún amorío un estupor inexplicable me cerraba el pecho y me quitaba el habla. Rápidamente procuraba cambiar el tema de conversación y virar la charla hacia otros rumbos. Con el tiempo esta situación se volvió insoportable.
9. Acá es cuando emerge la figura de mi mejor amigo: el Negro. Le comenté sobre la encrucijada en la que me encontraba. "Mirá, en este momento estás en el NASP" largó flemático. "¿En el NASP?" pregunté confundido. "Sí, en el NASP: Nivel de Amistad Sin Posibilidades".
10. Pareció empatizar con mi problema. "Lo que vos necesitás es un acto disruptivo. Un suceso abrupto que produzca en ella un cambio estructural de la visión que tiene de vos. Tiene que dejar de verte como un amigo y empezar a verte como un hombre". Yo lo escuchaba maravillado.
11. Me sorprendió que el Negro, que es contador, pudiera hacer un diagnóstico tan puntilloso de mi aflicción. "¿Y qué tengo que hacer?" fue lo único que se me ocurrió preguntar. "Tenés que averiguar qué le gusta. Qué le atrae. Tenés que hurgar en los rincones de su inconsciente."
12. Y así me di a la tarea. Cada vez que me juntaba con Jazmín iba dispuesto a recabar información. Le preguntaba de sus aventuras amorosas aunque aquello implique tragar veneno del más doloroso. Empecé a navegar en el océano de sus gustos y placeres pescando todo lo que podía.
13. Le consulté qué había pasado con su último novio, Ignacio. "¿Sabés qué pasó con Nacho? Pasó que era insoportablemente bueno. Estoy en un momento de mi vida en el que quiero otra cosa. Alguien que me garche duro y como corresponde". Esa tarde no pregunté más.
15. Otro día me comentó de Pedro. “Un histérico. La verdad que no estoy con ganas de fumarme caprichosos. Para dar vueltas voy al autódromo." Tomé nota. Seguí indagando durante 3 meses hasta que creí que ya tenía toda la información necesaria. Lo llamé al Negro y le dije de reunirnos.
16. “Te escucho ¿Qué conseguiste?” me interpeló apenas se sentó. “Perfil conservador” comencé diciendo. “Escorpiana. Alérgica a los ácaros. Le gustan los perros más que los gatos. Admira la valentía. Los prefiere altos, pero esa coyuntura nos trasciende."
17. "A favor de la justicia por mano propia. Le gustan las camisas, pero no manga corta. No mira series, sí películas. Va al gimnasio con frecuencia. Se junta conmigo a estudiar todas las mañanas. Está a favor de la pena de muerte en ciertas ocasiones”.
15. “En el baño tiene jabón líquido y no de tocador. Esto me hace inferir que es una obsesiva de la higiene y que la cuestión medioambiental no la sugestiona. Viste más de negro que de blanco. No le he advertido tatuajes. Le encantan las artes marciales y Steven Seagal".
18. Cavilé sobre comentarle aquel detalle lujurioso, pero me pareció innecesario. “Creo que no tengo chances. Yo soy todo lo que no busca en un hombre” le dije cabizbajo. “Dejame pensar. Le vamos a encontrar la vuelta” cerró.
19. Me llamó una semana después para reunirnos al día siguiente en un bar céntrico. La oración con la que me recibió me descolocó "Voy a robar al amor de tu vida". Después de mirarlo atónito por unos segundos le pedí explicaciones.
20. "En dos semanas, el 5 de agosto, tienen el cumpleaños de Juan Blas ¿correcto?”. Asentí con la cabeza. “Prestame atención. Vas a ir con el auto y vistiendo tu más refinada camisa. Preferentemente de seda por la cuestión de los ácaros. En el bar le vas a hablar de política".
21. “Exactamente a las 12:43 vas decir que estás cansado y que tenés que retirarte. Te vas a ofrecer para llevarla hasta su casa. Ella te va a decir que sí. Odia el transporte público y de otra manera no tiene cómo volver. Los taxis tienen paro programado para ese día”.
22. "Acá viene lo fundamental. Yo voy a estar escondido detrás de una columna en el pórtico de su edifico. Me pondré una gorra y un cuellito para esconder el rostro. Cuando esté entrando le voy a robar la cartera y salir corriendo. La idea es que me persigas".
23. “¿Estás enfermo de la cabeza?” reaccioné. "Ya averigüé todo. A esa hora la calle es un desierto. No hay cámaras. Me perseguís y simulás propinarme un golpe en el estómago. Fingimos que forcejeamos y disimuladamente te doy la cartera. Es el acto disruptivo que estamos buscando".
24. Ni en pedo. Vos no estás bien del bocho”. Abandoné el bar al galope y sin soltarle un mango.
Dos días después me junté con Jazmín a estudiar Derecho Procesal II en su casa. Prendimos el televisor mientras almorzábamos y una noticia captó nuestra atención.
25. El título rezaba: “Joven de 29 años impide un violento robo y aprehende al delincuente en un kiosko de Retiro”. Al informe del periodista lo siguió una expresión espontánea de Jazmín. “¡Uff, cómo me calientan esos hombres!".
26. Saqué el celular del bolsillo como un rayo. A la velocidad de un campeón mundial de League of Legends tipié “Contá conmigo, estoy adentro”. La respuesta del Negro fue instantánea: "Me parece sensato". Era cualquier cosa, menos sensato.
27. Esa noche todo venía siguiendo el curso de lo proyectado. Me puse una camisa blanca y me peiné prolijo. En el bar seguí mi guión a rajatabla. Hasta me colgué una cruz de oro en el pecho que supo pertenecer a mi abuelo. Le sorprendió descubrir esa faceta que desconocía de mi.
28. El desastre empezó cuando Jazmín bajó del auto. Desde el asiento atisbé la sombra detrás de la columna de hormigón. El Negro salió fugazmente de la oscuridad con una gorra naranja de Holanda y una campera inflable del Milan. Me asusté y pensé en acelerar.
29. A nuestro diagrama le faltó contemplar la posible resistencia de la victima. Ella se prendió a la cartera como una sanguijuela, gritando desaforadamente. Entré en shock. No podía despegar las manos del volante. Medité la idea de abandonar al Negro a merced de vecinos furiosos.
30. Mientras ellos combatían por la cartera negra veo aparecer la figura de un hombre en la esquina. Era inmenso. Tenía rastas y un bíceps inconmensurable. Rumbeaba directo hacia ellos. Me salió gritar desde el auto "¡Soltá la cartera que te van a matar, estúpido!".
31. En la desesperación el Negro largó a la victima y se echó a correr. Pero encaró hacia el lado equivocado, topándose de frente con el Rasta. La mole ensayó un solo un movimiento. No apuntó a la cabeza sino a la zona inguinal. El ladrón cayó desplomado sobre la vereda mugrienta.
32. Me bajé del auto y corrí en su auxilio. "¿Negrito, estás bien?" le pregunté. Entretanto llamaba a la ambulancia. Él graznaba como un cuervo y se sostenía los testículos con ambas manos en forma de compota. Entre los quejidos soltó algunas lágrimas.
33. Jazmín me puteaba y me preguntaba por qué conocía al novel delincuente. Le expliqué como pude mientras trataba de impedir que el Rasta me ajusticie a mi también. Ella largó una cataratas de injurias hirientes, pero yo estaba concentrado en socorrer al bandido.
34. La ambulancia llegó rápido. El médico le diagnosticó una bursitis inguinal severa. Agregó que el agresor, por la precisión y calidad del golpe, debía ser un experto en las artes marciales mixtas. Dijo que la había sacado barata ya que la esterilidad no es extraña en esos casos.
34. Después de un tiempo de rengueo el Negro se recuperó. Nunca más me animé a hablarle a Jazmín. Sólo le mandé un largo texto expresando mi arrepentimiento. Igualmente la cruzo seguido en la facultad. Sé que le sigue yendo bien y está a punto de recibirse.
35. Hace poco investigué su instagram. Es evidente que sale con el Rasta. El tipo milita en una agrupación de izquierda y más de la mitad de sus publicaciones son criticas severas a la pena de muerte. Tienen varios gatos. Creo que no mide más de 1,70.
36. Con el Negro juramos no comentarle a nadie los sucesos de aquella noche. Hasta hoy. Personalmente, siempre recordaré aquel 5 de agosto como el día en que mi mejor amigo robó al amor de mi vida. Me queda el consuelo de que solo fue la cartera.
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